lunes, 31 de marzo de 2014

Del estado de excepcionalidad a la insurrección política y social


Artículo publicado en el diario Expansión el 21 de marzo de 2014 y en el blog "Clemente Polo" el 28 de marzo de 2014.

Mas con Forcadell examinando las nuevas mercancías

Desde hace ya bastantes años vivimos en Cataluña una situación que bien puede calificarse como estado de excepcionalidad. Aunque ciudadanos de una sociedad aparentemente democrática, donde nuestros derechos están recogidos en la Constitución que aprobaron la inmensa mayoría de los españoles en 1978, entre ellos el 90,5 % de los catalanes, su ejercicio se ve restringido en la práctica por normas aprobadas por el Parlamento de Cataluña que los limitan y desnaturalizan, bien porque contemplan sanciones económicas contra quienes los ejercen, bien porque imponen a los ciudadanos la obligación de solicitar individualmente al gobierno catalán su deseo de ejercerlos, solicitudes que el gobierno catalán se jacta de ignorar incluso cuando están respaldadas por sentencias judiciales firmes. Si este estado de cosas ya nos ha rebajado a los catalanes a ser ciudadanos de segunda, los acontecimientos vividos en los últimos meses apuntan a que la situación puede empeorar considerablemente. No tengo una bola de cristal pero voy a describirles un escenario al que otorgo una alta probabilidad de que se materialice en los próximos meses.

Desestabilizar la economía española



Ante la imposibilidad de celebrar legalmente la consulta anunciada para el próximo 9 de noviembre, el presidente Mas intentará que los líderes de los partidos que apoyan la consulta se integren en su gobierno. Lo más probable, sin embargo, es que forzado por ERC, Mas tenga que disolver el Parlament y convocar elecciones plebiscitarias para que sea el nuevo ejecutivo, presidido por ERC, el encargado de formar un gobierno de unidad nacional. En ambos casos, el Parlament aprobará una resolución instando al gobierno a declarar unilateralmente la independencia. A Omnium Cultural, a la Assemblea Nacional Catalana (que ha tomado el testigo de la Coordinadora Nacional de les Consultes per la Independència) y a los medios de comunicación directa o indirectamente controlados por las administraciones públicas catalanas se les encomendará la tarea de movilizar a los ciudadanos para dejar patente en la calle el amplio respaldo social con que cuenta.



El propósito de esta estrategia de hechos consumados no es otro que modificar la posición de los miembros de la Comisión y del Consejo de la UE, hasta ahora nada receptivos a la aventura independentista del gobierno catalán. Dicho de otro modo, lo que pretenden el gobierno catalán y los partidos que lo sustentan es provocar inestabilidad en la cuarta economía de la eurozona y la quinta de la UE para que los atemorizados Comisarios y los Presidentes europeos insten al gobierno español a buscar una salida negociada con los insurrectos. Las referencias a los conflictos de Bosnia, Kosovo y ahora Ucrania, como ejemplos a seguir, son frecuentes en los planteamientos del gobierno, los partidos y las organizaciones independentistas de Cataluña.

Preparativos

Entretanto, el proceso para imponer su modelo de “nuevo país para todos” continúa avanzando a toda máquina. El gobierno catalán continúa impulsando, a través del Consell Assessor per la Transició Nacional de Catalunya, la creación de nuevas ‘estructuras de estado’. Además, se ha puesto en marcha una campaña de desinformación a nivel internacional sobre la situación actual de Cataluña que, quiero recordar, es una de las regiones con mayor PIB per capita de España y de la UE. Los aparatosos e infructuosos viajes internacionales, los artículos que publica y las entrevistas que concede a la prensa internacional el presidente Mas, forman también parte de esta campaña de desinformación en la que también participa activamente otra de las estructuras de estado, el Consell de la Diplomàcia Pública de Catalunya (DIPLOCAT), encargado, según puede leerse en su página de Internet, de informar “a los principales decisores políticos y económicos a nivel europeo e internacional del proceso democrático que se ha iniciado en Cataluña. El derecho a decidir del pueblo de Cataluña se debe poder ejercer en libertad, sin coacciones ni amenazas, dentro de la Europa del siglo XXI”.

Para el consumo interno, el gobierno catalán continúa promoviendo y financiando generosamente simposios, exposiciones y espectáculos que falsean la historia de Cataluña y trasladan a la opinión pública la noción de que Cataluña fue un Estado independiente hasta 1714, como ha afirmado recientemente y sin rubor una de las plumas al servicio de la causa. ¡Lástima que ninguna cancillería europea se enterara de un hecho tan notorio! Por su parte, la ANC que hasta hace pocas semanas solicitaba que se adelantara la consulta a mayo y se proclamara la independencia el 11 de septiembre de 2013, sigue difundiendo la especie de que Cataluña está oprimida por el Estado español que “no ayuda a los habitantes de Cataluña y perjudica notoriamente sus posibilidades de mantener e incrementar su nivel de vida y bienestar que la capacidad productiva e intelectual del país permitiría, disminuyendo y limitando conscientemente las potencialidades de nuestro desarrollo económico y social”. Cuando uno piensa que fueron los historiadores catalanes quienes acuñaron el término “Cataluña, la fábrica de España”, para indicar el papel fundamental que jugó el mercado español en el desarrollo de las manufacturas y la industrialización de Cataluña, produce vergüenza que alguien pueda afirmar tales disparates sin ser motivo de mofa.

El desacato al orden constitucional y el incumplimiento de las leyes del Estado y las sentencias judiciales constituyen ya hoy el principal problema político y social de España. Y todo apunta a que la situación se agravará en los próximos meses cuando el gobierno y el Parlamento de Cataluña, coordinadamente con los Ayuntamientos y organizaciones como la ANC y Omnium Cultural, llamen a la insurrección a los ciudadanos en su intento de convertir el desafío secesionista en un grave problema internacional.
Consejera de Educación del gobierno de Cataluña

Ésta es ya su única baza y el único punto del programa de un gobierno que va a lograr un récord difícil de igualar en democracia: no haber presentado un sólo presupuesto en los plazos previstos al efecto.



Respuestas políticas y sociales al desafío independentista

Campaña de Omnium Cultural a favor de la independencia
Las embestidas del régimen nacional-independentista han abierto ya una dolorosa fractura en la sociedad catalana y en la española, sin parangón desde la II República, y es al gobierno español y a las Cortes a quienes compete desplegar la respuesta institucional para hacer frente a la insurrección política y social que se avecina. Para evitar improvisaciones, el gobierno tiene que tener listas las medidas legales, económico-financieras y de otro tipo que adoptará para restablecer el orden constitucional, si el gobierno de Cataluña declara unilateralmente la independencia.


Aunque Mas y Junqueras se permiten hablar en nombre de todos los catalanes sin pedirnos permiso y se postulan como comisarios políticos para imponernos su modelo cuasi-totalitario de sociedad (“una lengua, una cultura y una nación”), lo cierto es que el ansia de libertad y el apoyo a la Constitución han crecido imparablemente en la sociedad civil catalana desde septiembre de 2005.


Pocas personas ecuánimes se atreverían a negar los enormes beneficios económicos que ha reportado a los catalanes formar parte de España desde hace 300 años y, de poco sirve negarlo, porque he ahí que la ‘expoliada’ Cataluña figura entre las regiones más prósperas de la UE. Pocas son también las personas sensatas dispuestas a romper el pacto por la convivencia que, además de garantizar la igualdad de todos los españoles, ha propiciado el período más largo de prosperidad de nuestra historia. Y muchos los ciudadanos catalanes que asumimos con naturalidad la riqueza que supone la pluralidad lingüística y cultural presente en Cataluña, y que estamos decididos a que nadie ponga fronteras a los afectos y las complicidades que unen a los catalanes con el resto de los españoles. Les mantendré puntualmente informados del despertar de la sociedad civil catalana que quiere ser también española.


domingo, 30 de marzo de 2014

Declaración de soberanía, derecho a decidir y reforma constitucional

Javier Soria
La anulación parcial de la Declaración de soberanía y del derecho a decidir, del Parlamento de Cataluña, en la Sentencia del Tribunal Constitucional de 25 de marzo de 2014 no debería causar sorpresa y, de hecho, se trata de la resolución esperada desde el primer día. Desde el secesionismo, con las trampas argumentales habituales, se ha pretendido insistir en que se trataba de una mera declaración política y que, por lo tanto, escapaba al control judicial. En definitiva, y como ya suele ser costumbre, no se acepta la decisión porque no se adapta a sus deseos. Veamos qué ha cuestionado el TC y sus argumentos básicos.
En el punto primero de la Resolución se establecía: “Primero. Soberanía. El pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano.”. El TC señala que la Resolución, y la declaración de soberanía que contiene, era susceptible de crear efectos jurídicos, ya que podía entenderse como el reconocimiento en favor del Parlamento de Cataluña o del Gobierno de Cataluña de atribuciones inherentes a la soberanía, superiores a las que derivan de su condición de Comunidad Autónoma.
De hecho, esa era la indisimulada intención de la declaración de soberanía: situar al Parlamento de Cataluña como ente soberano -y, en lo posible, también al Gobierno de la Generalidad-, lo cual podría legitimar en un futuro una convocatoria unilateral de referéndum o incluso una declaración de independencia. Este es el razonamiento de fondo, aunque por el secesionismo se pretenda vestir bajo un ropaje de mera declaración política y luego se declare falsamente indignado por una más que previsible anulación. Si examinamos el Diario de Sesiones y el debate previo a la aprobación de la declaración, el mismo Oriol Pujol (CDC) pretendió despojar a la declaración de efectos jurídicos, pero no pudo evitar decir que "Avui fem un acte de sobirania amb la declaració" ("Hoy hacemos acto de soberanía con la declaración"). ¿Alguien de verdad puede mantener que se pretendían unos efectos meramente políticos o programáticos, sin mayor trascendencia, con una afirmación tan clara como la del sr.Pujol? ¿No se esgrimiría en un futuro la declaración de soberanía con argumentos y efectos jurídicos? En resumen, el TC anula una declaración que tenía como finalidad legitimar una eventual actuación del Parlament al margen de la Constitución y de la legalidad vigente, puesto que con la Resolución aprobada y la declaración de soberanía de Cataluña en un futuro se podría mantener que el Parlamento de Cataluña, si es soberano, se considera a sí mismo como poder constituyente legitimado para declarar la independencia de forma unilateral, ya que no estaría vinculado por la legalidad que se deriva de la Constitución. Así lo entiende también el TC: “El reconocimiento al pueblo de Cataluña de la cualidad de soberano, no contemplada en nuestra Constitución para las nacionalidades y regiones que integran el Estado, resulta incompatible con el art. 2 CE, pues supone conferir al sujeto parcial del que se predica dicha cualidad el poder de quebrar, por su sola voluntad, lo que la Constitución declara como su propio fundamento en el citado precepto constitucional: “la indisoluble unidad de la Nación española”.



Es por eso que, frente a esa clara intención, el TC declara lo que todos ya sabíamos: que en el actual ordenamiento constitucional solo el pueblo español es soberano, y lo es de manera exclusiva e indivisible, sin que pueda atribuírsele la cualidad de soberano a ningún otro sujeto u órgano del Estado o a ninguna fracción del pueblo español. No se trata de una novedad o de una excentricidad jurídica, pues ya en anteriores Sentencias el TC había afirmado que la titularidad de la soberanía nacional reside en exclusiva en el pueblo español. Si a ello le sumamos la indiscutible voluntad de crear efectos jurídicos, la anulación del punto primero de la Resolución era totalmente previsible.
La segunda cuestión relevante objeto de la Sentencia es la interpretación del TC sobre la posibilidad de ejercer el denominado "derecho a decidir". Algunas interpretaciones defienden que se ha abierto la posibilidad de llevar a cabo la “consulta” y que en el caso de que el resultado fuera favorable a la independencia ello obligaría a abrir el proceso de reforma constitucional. Nada más lejos de la realidad, puesto que el TC ha señalado con claridad el cauce procedimental por el que debería llevarse a cabo y que no es otro que una iniciativa de reforma constitucional, previa a cualquier paso susceptible de producir una secesión.
Es cuestión generalmente aceptada que nuestra Constitución carece de límites materiales frente a la reforma y que, por tanto, permite su revisión total. Y hace ya muchos años que se escribió por Manuel Aragón (en “Constitución y Democracia”), que la Constitución no proscribe las ideologías separatistas, que únicamente están obligadas a hacer valer sus objetivos por las vías que la Constitución proporciona.
Con estas bases, la Sentencia recuerda que en nuestro ordenamiento constitucional caben cuantas ideas quieran defenderse y que, por lo tanto, puede reformarse la Constitución en su integridad y que el planteamiento de concepciones que pretendan modificar el fundamento mismo del orden constitucional tiene cabida en nuestro ordenamiento, siempre que no se prepare o defienda a través de una actividad que vulnere los principios democráticos, los derechos fundamentales o el resto de los mandatos constitucionales, y el intento de su consecución efectiva se realice en el marco de los procedimientos de reforma de la Constitución, pues el respeto a esos procedimientos es, siempre y en todo caso, inexcusable.

Es decir, que el intento de consecución de la secesión requiere la reforma constitucional. La pretendida “consulta” desea intentar la secesión, por lo que carece de encaje constitucional si no se lleva a cabo una reforma de la Carta Magna, que el Parlamento de Cataluña podría plantear. Así de claro. Quienes defienden que el TC ha abierto la posibilidad de "consulta" para después iniciar el proceso de reforma constitucional olvidan que la "consulta" en sí misma asume una atribución de soberanía que, si solo se celebra en Cataluña, no le corresponde porque es incompatible con la soberanía nacional -residente en el conjunto del pueblo español- y la indisolubilidad de la Nación española. Por lo tanto, la reforma constitucional es el único camino posible para llegar a un referéndum secesionista.
¿Es complicado este proceso de reforma? Un proceso de modificación constitucional como el que se debería acometer resulta complejo, pero resulta inadmisible -jurídica, política y moralmente- que esa complejidad se use como excusa para evitar plantear el debate democrático de la manera que procede, que no es otro que iniciar un proceso de reforma constitucional. Soslayar este cauce procedimental sólo se comprende si bajo el supuesto “derecho a decidir” se lee “independencia”, a la cual se quiere llegar por cauces que desbordan la legalidad y la lealtad constitucional.
Pese a la claridad, lógica y coherencia de la Sentencia, la táctica secesionista ha sido la habitual ante un resultado desfavorable: deslegitimar la decisión y descalificar a los Magistrados del TC, ante la imposibilidad de ofrecer argumentos sólidos que contradigan los fundamentos jurídicos y la total ausencia de voluntad de iniciar un proceso de modificación del orden constitucional por la vía correspondiente. Las trampas argumentales suelen acompañar la retórica secesionista -se afirma que no se permite votar, pero ni siquiera se intenta seguir el cauce legal-, y se continúa en la senda de la deslealtad por quienes afirman estar por el "diálogo" (principio que contiene la Resolución impugnada), pero fijan fecha y preguntas basándose en un "derecho a decidir" del que el TC ha indicado que requiere una reforma de la Constitución.

jueves, 27 de marzo de 2014

La Dépêche du Midi

Sonia Sierra fue entrevistada para el diario francés La Dépêche du Midi y aparece en el siguiente artículo de Henri de Laguérie mencionando la labor de Puerta de Brandemburgo. Se puede leer el texto en este enlace.



sábado, 15 de marzo de 2014

El pensamiento único se debilita

Víctor Andrés Maldonado

Una de las ventajas de los sistemas democráticos donde reina la libertad de expresión es la existencia de un debate público, por contraposición a los regímenes autocráticos donde la opinión disidente es censurada de forma sistemática. Es decir, la posibilidad de confrontación de ideas y opiniones propicia que las exageraciones y medias verdades queden rápidamente expuestas a la crítica demandando una rectificación, cuando menos implícita.
Eso es lo que parece estar sucediendo los últimos meses en Cataluña. En los albores del llamado proceso soberanista, el nacionalismo nos estuvo presentando verdades indiscutibles a los ciudadanos de Cataluña. Sin embargo, cada vez se oyen más voces poniendo en duda algunas de las premisas y reclamaciones presentadas; vamos, que las verdades son como mínimo discutibles e incluso algunas de ellas verdades a medias, por decirlo generosamente. Pero eso demuestra, por lo menos, dos cosas de las que tenemos que felicitarnos: la salud democrática de Cataluña (cada vez hay más personas que se atreven a decir y a escribir lo que piensan aunque sus opiniones no sean acordes con lo indicado desde las esferas del poder) y su pluralidad; en definitiva, el pensamiento único está en franco declive.
Por ejemplo, la existencia de un expolio fiscal por parte de España sobre la base del cálculo de las balanzas fiscales (los bien conocidos 16.000 millones de euros o el equivalente al 8.5% del PIB catalán) parecía haberse convertido en la piedra angular para convencer de la necesidad de la independencia de Cataluña a un porcentaje importante de la población catalana que por cuestiones puramente identitarias no se habría planteado tal posibilidad. Efectivamente, a nadie le gusta que le roben la cartera (desde luego a mí no) y menos en épocas de crisis económica. Pero, claro, cuando pasó la sorpresa inicial se empezaron a escuchar voces alertando, o al menos matizando, que las cuentas no salían y que el tal expolio no estaba tan claro si se analizaban las cuentas en detalle. Ahora parece que la “injusticia” hacia Cataluña se limitaría a entre el 1.5% y el 2% del PIB o alrededor de 4.000 millones de euros (si añadimos el coste de los servicios prestados por el Estado y eliminamos el efecto derivado de que en Cataluña se pagan más impuestos debido a su nivel comparativamente mayor de renta). Solo recordar que las ayudas financieras del Estado a Cataluña para la financiación del déficit de la Generalitat y el pago de facturas a proveedores han sido del orden de 25.000 millones de euros en los últimos dos años. Curiosamente, en las últimas semanas, incluso los más fervorosos impulsores del proceso soberanista parecen haber arrumbado el famoso “España nos roba” al rincón de lo pernicioso y renegado de su paternidad; vamos, que el lema salió a la luz pública por generación espontánea.
Algo similar parece haber pasado con otras tantas afirmaciones, que de verdades irrebatibles han sido rebajadas a simples hipótesis cuya materialización dependería de que se produjeran determinadas circunstancias. Por ejemplo, que Cataluña reingresaría en la UE en un tiempo corto (en 24 horas, según dijo inicialmente el propio Artur Mas), que todos los ciudadanos de Cataluña mantendríamos la doble nacionalidad (catalana y española), que las empresas catalanas podrían seguir teniendo acceso al Mercado Único Europeo a través de la firma de un acuerdo similar al que la UE tiene con Suiza y otros países, que los bancos catalanes seguirían teniendo acceso a la financiación del Banco Central Europeo aun cuando Cataluña estuviera formalmente fuera del área del euro, que la Generalitat podría dejar de asumir la parte que le corresponde de la deuda pública española en el caso en que España no quisiera dar su brazo a torcer y pusiera las cosas difíciles al nuevo Estado independiente catalán. Si tienen paciencia e interés, les sugeriría leyeran dos de mis artículos anteriores publicados en Crónica Global ("El discurso del miedo" y "Doble nacionalidad") donde se ponen de manifiesto dudas razonables sobre la posibilidad (o al menos la dificultad) de que dichas hipótesis puedan llegar a hacerse realidad.
Pero repasando algunas de las afirmaciones realizadas por el nacionalismo en el pasado reciente, he constatado que hay todavía una que a mi conocimiento no ha recibido una respuesta apropiada o cuando menos no ha sido rebatida. Perdonen si me equivoco. Inicialmente, fue planteada por el profesor Xavier Sala i Martín y repetida hace un par de meses por Josep Lluís Carod-Rovira: debido a su situación geográfica, una parte importante del transporte de mercancías desde España hacia el exterior pasa por Cataluña, por lo que España debería ser la primera interesada en que Cataluña no quedase fuera de la UE. En el fondo lo que se insinúa es que Cataluña podría impedir o dificultar (por ejemplo, a través de la imposición de aranceles) la exportación de mercancías españolas hacia el exterior, incluido hacia el resto de la propia UE.

Como dije anteriormente, esta afirmación pertenece a la categoría de las medias verdades. Efectivamente, es verdad que una Cataluña independiente podría prohibir el paso de exportaciones españolas hacia el exterior, incluida la UE, o imponer trabas a las mismas (tales como aranceles, licencias, cuotas, etc.) que las hicieran más onerosas. El problema son las más que probables consecuencias que se derivarían de adoptar una política de tales características.
Aparte del reconocimiento internacional y su ingreso en la ONU (objetivos de orden político para asegurar su propia existencia como Estado independiente) que solo serían posibles con una secesión acordada con el resto de España, el primer objetivo de orden económico de una Cataluña independiente para “normalizar” su situación debería ser acceder a la OMC (Organización Mundial de Comercio) y, accesoriamente, a la OMA (Organización Mundial de Aduanas) dada la importancia de las exportaciones en la economía catalana. Primero de todo, para conseguir la cláusula MFN (Nación Más Favorecida) para sus exportaciones a terceros países y evitar, así, la imposición de aranceles prohibitivos a las mismas; y, segundo, como paso necesario para poder negociar y firmar un Acuerdo de Asociación con la UE, con el fin de poder tener acceso al Mercado Único Europeo y como antesala a su ingreso en la UE. El único problema es que uno de los pilares fundamentales de la OMC es, precisamente, la “libertad de tránsito” de mercancías en el marco del comercio internacional (por ejemplo, desde Portugal a Francia, “en tránsito” por España) que proscribe la imposición de cualquier tipo de impedimento a las mercancías en tránsito salvo aquellos encaminados a evitar el tráfico ilegal de las mismas (fraude, tráfico de armas, tráfico de drogas, etc.).
Pero aún hay más. En caso de que una Cataluña independiente introdujera este tipo de medidas a las exportaciones españolas al exterior en tránsito por su territorio, la UE podría introducir a su vez medidas de represalia tales como aranceles (incluso prohibitivos) a las exportaciones catalanas hacia o en tránsito por la UE, y en un caso extremo hasta sanciones económicas, pues las mercancías españolas son mercancías de la propia UE. En definitiva, un muy mal augurio para el ingreso de Cataluña en la UE y un desastre para la economía catalana debido a su dependencia de las exportaciones.
Que semejante afirmación la haga alguien que no es especialista en la materia como Carod-Rovira tiene un pase, pero que la haga un economista de la Universidad de Columbia me entristece.

Este artículo fue publicado en Crónica Global (11/03/14)


martes, 11 de marzo de 2014

Com si fossen tropas enemigues... Terrorismo militar austracista en Cataluña durante la Guerra de Sucesión



El 25 de febrero de 1711 en una de las numerosas cartas de súplica que llegaron a la Generalitat desde los pueblos de la inmediata retaguardia a partir del verano de 1707, se describía en respuesta a un requerimiento real recibido tres días antes, uno de los acostumbrados incidentes y abusos padecidos por los civiles catalanes por parte de tropas Austracistas. En él describe cómo funcionaba el pillaje a pequeña escala en territorio “amigo”. 19 soldados se presentaron en la casa de Andreu del Mas de Sant Esteve de Palautordera a  incautar paja; al no encontrar nada (una compañía de su mismo regimiento se les había adelantado) le quemaron el pajar. Ese mismo día, otros soldados del mismo regimiento saquearon la casa llamada “Del bon amich” del mismo municipio, entrando por la ventana y robando a sus propietarios todo cuanto tenían.  Otra escuadra de la misma unidad, esta vez acompañada de dragones reales, entraron en la casa “Leget del mas”, “degollando y llevándose 10 tocinos, tres corderos, todas las gallinas y lo demás que había en la casa”. Después de la demostración de fuerza, obligaron al resto de la vecindad a entregar dinero, trigo y otros granos “cometent altres excesos com si fossen tropas enemigas”. 



El término “terrorismo militar” viene siendo usado extensamente para definir los abusos perpetrados por el ejército borbónico en Catalunya durante la fase final de la guerra de Sucesión. Dentro de la campaña del Tricentenario en artículos, libros y exposiciones, el asunto de la represión ejercida por los militares franco-españoles se trata con profusión. Incendios de poblaciones, saqueos, pillaje, asesinatos, violaciones… en toda Cataluña se sucedieron incidentes gravísimos de los que no hay  duda alguna  en cuanto a  su veracidad.

Ciertamente, esos sucesos son mostrados como una prueba más de la brutalidad borbónica contra los catalanes y sus instituciones. Y es aquí donde una verdad indiscutible como hecho, pasa a serlo en su explicación, sobre todo cuando comprobamos que lo que parece excepcional era habitual en el contexto bélico europeo de los siglos XV al XVIII.

Con el nacimiento de los nuevos Estados europeos a principios del Renacimiento, sus costes militares estaban muy por encima de las posibilidades de sus magras finanzas. Ejércitos cada vez mayores, recorrían los escenarios del viejo continente seguidos de una legión de no combatientes. Grandes grupos de veinte o treinta mil personas se desplazaban sin tener garantizado el avituallamiento, teniendo que vivir sobre el terreno para subsistir, arrasando a su paso comarcas enteras fueran amigas o no. El historiador John Lynn los definió como “ejércitos depredadores” y en la reciente obra de Lauro Martines, Un tiempo de guerra, publicado por la editorial Crítica en 2013, como “ciudades ambulantes y moribundas”. En dicha obra, el panorama de saqueo y destrucción sistemático que padeció el campesinado europeo es analizado y descrito con rigurosidad. De hecho, basa sus hipótesis enumerando diferentes tipos de abusos a través de incidentes padecidos por soldados, ciudadanos y campesinos tanto en las guerras italianas del siglo XV, la guerra de los treinta años, la guerra Hispano-holandesa, las guerras de religión francesas en los siglos XVI y XVII, la guerra de los nueve años e incluso la guerra de Sucesión en sus diversos frentes. Los hechos descritos, son calcados a los padecidos en Cataluña en 1714, por lo que todos los indicios apuntan que los motivos que generaron los execrables sucesos durante ese año, tuvieron más que ver con la forma habitual de hacer la guerra por aquel entonces, que con una voluntad inequívoca por parte de Felipe V de hacer política de tierra quemada en el Principado.

Partiendo de la hipótesis que los abusos militares borbónicos en 1714 no se trataron de un hecho único y excepcional, sino común y habitual; la siguiente pregunta a plantearse es casi inevitable. Sí todos los ejércitos de Europa cometían abusos, ¿Cuál fue el comportamiento de los ejércitos del Archiduque Carlos en Cataluña? 

Utilizando un método de análisis hipotético deductivo, resulta convincente partir de la hipótesis que hicieron exactamente lo mismo que todos, y si el desencadenante del expolio de las fuerzas armadas sobre los campesinos fue la falta de financiación por parte del Estado, la siguiente sospecha recae sobre el comportamiento del ejército irregular catalán del Archiduque, los fusileros de montaña o migueletes. Estas unidades aún recibían menos del monarca que sus compañeros reglados, por lo que si la teoría cuya ecuación consiste en que la  necesidad de poseer un ejército sin posibilidad de mantenerlo, sumada a la relajación de la disciplina por falta de mandos, es igual a abusos sobre el campesinado, unas unidades irregulares como los migueletes, con nula financiación y con apenas oficialidad, tuvieron que resultar una verdadera plaga sobre el campesinado catalán.

Partiendo de esta hipótesis he analizado dos grupos de fuentes diferentes. Súplicas enviadas a la Generalitat durante la guerra quejándose de abusos militares y exhortaciones enviadas a la Corona a través del Consejo de Estado Mayor del Ejército Aliado conservadas en los fondos documentales del Archiduque Carlos. 

Después de haber consultado algo más de dos centenas de demandas, en ellas he podido apreciar cómo se repiten los mismos tipos de incidentes descritos por investigadores como Lynn, Martines, Elliot y tantos otros. Básicamente, podemos distinguir los siguientes tipos de abusos, cometidos en su mayoría sobre campesinos.

Los alojamientos



La inexistencia de cuarteles donde alojar soldados durante la pausa invernal y la falta de recursos para mantenerlos, tuvo como consecuencia la elaboración por parte de los Estados europeos de una legislación que obligaba a los civiles a mantener un número determinado de militares en sus casas garantizándoles pan, cama, leña para ellos y paja para sus caballos. Todas estas leyes se parecían, y todas eran sistemáticamente incumplidas una y otra vez. Por ejemplo, es habitual en las suplicas enviadas a la Generalitat por los pueblos que tenían soldados alojados, encontrarse el ruego de cumplimiento del capítulo 107 de las Constituciones referente a los alojamientos. Dicho capítulo era menos oneroso de lo habitual, aunque a la hora de la verdad quedó en papel mojado, ya que simplemente no se cumplía, no existiendo ni  voluntad ni capacidad  por parte de las autoridades para imponer su acatamiento, como queda patente en la respuesta dictada en veinte y seis de septiembre de 1708 por el rey Carlos a las quejas al respecto:

“Y no menos que os desvelareis en alentar los naturales en que procuren en lo posible despreciar con la tolerancia aquellos acontecimientos que suele contraer la guerra…” Sans i Travé, JM., Op.Cit. pág. 928.

(Nótese de paso que el rey Carlos responde en castellano y no en catalán, pese a que, obviamente, la respuesta es anterior a los Decretos de Nueva Planta. Dejaremos para otra ocasión el examen del uso del catalán y del castellano en la Cataluña de los siglos XVII y XVIII, un tema sobre el que también hay mucho que decir).

Si los alojados eran migueletes la situación era mucho peor a tenor de los testimonios que nos han llegado. En 1707, Aleix Ribalta, payés de Anglesola, afirmaba que “… y aquells homens, ques levantaren en lo any 1705 en títol de Miquelets pararen en lladres, y estos eren los que feian mes mal en lo pahís.”  Un año después, una carta al rey escrita por varios alcaldes leridanos es un claro exponente del comportamiento de dichas unidades:

Súplica al Rey Carlos III, 5 de diciembre de 1708

“Sindicos de La Granadella, Llardacans, Mayals, Almatret, Juncosa, Bobera, Los Forns, La Palma, La torre del Español, Cabases, La Figuera, La Vilella, Margalef, la Bisbal y todo su vezindado, en nombre de sus universidades viene a presentar que después de haber servido a VM a alojar diferentes veces las tropas cuidando de su manutención no obstante haber padecido de diferentes sujetos a sequestrar de cuantos granos encontraron en estas villas y lugares y haver asi mismo pasado por los vigores y saqueos  del enemigo y expuestos hoy a esta contingencia por estar a cara de él, se ven en último exterminio y previsados de no tolerar más los fusileros comandados por el coronel Prats, otras compañías sueltas de migueletes y una de caballos voluntarios comandada por D. Josep Ademet, Bayle de Seros, los quales han hecho hasta el dia de hoy tales estragos que referidos todos, sería ofender los reales oídos de SM sin excepción de sujetos, ni eclesiásticos, jurados bayles y demás personas que discurren haberles quedado algo, y con este motivo sin que el mayor y más grave, pasando a violentar las mujeres sacándolas del lado de sus maridos. Por lo que suplicamos a VM se sirva mandar poner remedio mas conveniente y propio del católico zelo y real clemencia de VM.”

Archivo Historico Nacional. Legajo 989 folios del 297 al 300

Cabe decir que no conocemos si se castigó o no al alcalde de Serós por los crímenes citados, pero si sabemos que el coronel Prats continuó sirviendo en el ejército austracista llegando incluso a formar parte de las Reales Guardias Catalanas.

El fracaso en las negociaciones entre Generalitat y el Archiduque con el fin de convertir en 1706 las unidades irregulares en Regimientos reglados tuvo consecuencias desastrosas. Se llegó a un acuerdo de compromiso donde el rey se obligaba a aportar un pan de munición por día y miguelete,  cayendo el resto de gastos en sus consistorios locales. Esta decisión provocó un autentico vacío legal que por un lado no garantizaba el avituallamiento de la tropa irregular y por el otro les concedía vía libre para tomar cuanto quisieran de unos municipios indefensos y arruinados por la guerra.

Las contribuciones

El término “contribución de guerra” es realmente un eufemismo, ya que no se trata de un impuesto corriente sino de un expolio forzado. Existían varias formas de forzar al cobro de contribuciones. El método habitual consistía en la aparición de una columna de caballería en una población o en una masía. A veces, acompañaban a un asentista o contratista militar que era el encargado de proveer de vituallas al ejército.  En el mejor de los casos, se pactaba con el alcalde o el masovero una cantidad de vituallas que serían entregadas en un plazo no superior a un día. En caso de oponerse, lo habitual era amenazarle que si no entregaba lo solicitado por las buenas,  se dejaría vía libre a la tropa para que tomara cuanto quisiese. A veces, si se contaba con suficiente dinero en efectivo, se podía sobornar al oficial de turno para evitar la entrega de grano, pero no era habitual. Una vez cargado el género, se entregaba un recibo y/o pagaré a cuenta de lo incautado que rara vez se cobraba.
 
Este era el método de cobro de contribuciones menos dañino. En el procedimiento siguiente, la dinámica es la misma, pero sin entrega del recibo. Cuando este era reclamado, lo normal era propinar al demandante una paliza tras acusarle de desafección a la causa, tal como se describe en una súplica enviada a la Generalitat el 27 de febrero de 1708 desde Bellpuig sobre los abusos padecidos por una unidad húngara.

“… el pedirse la referida justificación a los mencionados úngares sobre negarse la concesión, es aun más agria la respuesta, tratando de gavatxos y malafectos a sus antenotados moradores. Lo que ha precisado y al consejo a resolver de dexar sus casas, caso de continuarse estos excesos”

Sans i Travé, J.M.; Dietaris de la Generalitat, Vol. X, anys 1701 a 1713. Gencat, Dept.Presidència 2007. Pág. 880.

En el peor de los casos, con la excusa del cobro de la contribución de guerra se pasaba directamente al saqueo indiscriminado. Durante el asedio de Lérida en 1707, la caballería austracista, portugueses y húngaros sobre todo, diezmaron las reservas de grano en decenas de kilómetros a la redonda con la inestimable colaboración de las partidas borbónicas.

Además del robo de grano, las necesidades de forraje y paja para los caballos en ejércitos de miles de animales eran abrumadoras. Las columnas de forrajeadores saquearon las reservas destinadas al ganado local, aunque de poco servían ya que el ganado también acababa en sus redes. Otro problema grave era el de la leña en invierno. Muchas de las quejas se refieren a la tala de frutales por los soldados para calentarse. En la Seu de Urgell, el Regimiento de la Generalitat  se dedico en 1708 a talar los árboles pese a las quejas de los afectados. Sans i Travé, Op.Cit. Pág. 880.
 

Las necesidades de leña, no se limitaban a la tala indiscriminada. Puertas, muebles, marcos de ventanas, toda la madera disponible acababa quemándose en los hogares para calentar a la tropa. Recordando siempre, que una localidad con alojados podía triplicar sin problemas su población habitual, con todos los problemas logísticos que ello supone en economías con pocos excedentes como las de Edad Moderna.

Los saqueos



Aparte de los pillajes de baja intensidad y de las contribuciones forzadas, el saqueo suponía una vía de financiación extra para los soldados, y una oportunidad de enriquecimiento rápido de oficiales sin escrúpulos y asentistas privados. Existían una serie de normas implícitas que marcaban las pautas de cuando y cómo se podía saquear una plaza. En la práctica, la decisión de saquear se tomaba según las necesidades del momento. Un caso claro lo representa el primer saqueo organizado en Cataluña durante la Guerra. El uno de abril de 1706, una columna aliada salida de Lérida para socorrer la asediada Barcelona se detuvo ante Cervera. La ciudad, que había mostrado claras evidencias de fidelidad a la causa borbónica se encontraba desguarnecida, con su regimiento combatiendo en la capital en las filas del rey Felipe. Dadas las circunstancias, decidieron no defenderse y propusieron el pago de una indemnización para evitar el saqueo. Fue en vano, las presiones de los caballeros catalanes presentes en la columna convencieron a su comandante, el  Príncipe Enrique de Hesse que era preferible castigar ejemplarmente la ciudad y de paso, obtener pingües beneficios. Ordenó abrir una brecha en la muralla simulando una entrada triunfal tras una inexistente defensa. Luego empezó el saco que duró cuatro días. El sistema habitual de saqueo consistía no solamente en el robo indiscriminado o las palizas para sonsacar a los lugareños, violaciones y asesinatos. Existía todo un sistema organizado de desvalijamiento. Fuera de las ciudades se establecían los comerciantes y asentistas que pagaban al contado y a bajo coste lo que les iban trayendo los soldados.  En el caso de Cervera, los bienes robados se vendieron por toda Cataluña. Según  Francesc Castellví, los carros cargados de enseres llegaron hasta Tarragona. Castellví, Francesc; Narraciones Históricas, Vol.II, Págs. 80-83.

Palizas y asesinatos

Como vemos,  la extorsión y robo de bienes venían acompañados en ocasiones de agresiones físicas con el fin de amedrentar a los campesinos o simplemente, por diversión. Hemos hablado del comportamiento de los jinetes húngaros en Bellpuig o de los migueletes de Prats en Lérida,  pero lejos de tratarse de un hecho aislado, sólo en el periodo que va desde el 28 de septiembre de 1707 al 12 de mayo de 1709, en los dietarios de la Generalitat constan quejas por incidentes del mismo tipo en Sant Feliu de Pallerols, Vall d’Hostoles, Abadiato de Labaix, Vall de Bohí, Capdella, Collecta de Labat, Condado de Eril, Baronía de Pervás, Pont de Suert y Talarn. Evidentemente estos incidentes tan sólo suponen la punta del iceberg, ya que las fuentes estudiadas son aún escasas. Por ejemplo, tenemos constancia del asesinato en Ortoneda de un campesino sin motivos aparentes por un granadero del Regimiento del Conde de Taaf, en fecha anterior a agosto de 1712. (AHN. ESTADO, Libro 1000, fol. 203.

Violaciones



En la reveladora carta citada anteriormente, vemos como catorce alcaldes deciden enviar una carta conjunta de queja por los agravios padecidos a causa de un alcalde vecino, el de Serós,  y por el coronel Prats, oriundo de Arbeca, localidad cercana a la zona expoliada. Es decir, que los abusos cometidos por los fusileros de montaña recaían sobre sus vecinos y conocidos a pesar de declararse abiertamente austracistas. En los “Dietaris de la Generalitat”, algunos alcaldes encuentran el coraje para quejarse de este tipo de crímenes, como los de Palagalls, Moncortés, Canós, Aranyó, Cardosa, Tárrega y Agramunt, cometidos por unidades regladas del Archiduque entre los meses de octubre y noviembre de 1708. (Sans i Travé, Op. Cit. 931-934).

Secuestro de bienes

Una de las primeras decisiones del Archiduque una vez tomó Barcelona en noviembre de 1705, fue la creación de La Junta de Secuestros y Confiscaciones en el Principado de Cataluña, siguiéndole otras en Aragón y Valencia. Con ello, pretendía gestionar  los bienes incautados a los catalanes borbónicos y así, nutrir sus exiguas arcas para poder continuar la guerra. Aunque el tema de los secuestros austracistas sobre catalanes está poco estudiado, resulta interesante encontrarse suplicantes de clases modestas, que por motivos más bien arbitrarios vieron como se les embargaba su patrimonio. En una súplica fechada el 12 de septiembre de 1712, María Magdalena Gil, viuda y natural de Tarragona, se lamentaba del apropio de una finca situada cerca de las murallas de Tarragona valorada en 500 libras con la excusa de ser necesaria para la defensa, sin haber cobrado indemnización alguna y a pesar de haber padecido saqueo de sus campos “…una vez las tropas enemigas y dos las de VMG”.  Por otro lado, Josep de Pedrals, de la villa de Bagá, pide la reintegración de sus bienes incautados en la Cerdanya por “…el odio que el veguer de Berga tenía con él” y eso pese haber servido fielmente a la causa austriaca. Caso más curioso es del soldado veterano Pablo de Pujades, que al volver a sus propiedades deTorrent y Fontclara en 1712 después de siete años de servicio, las encontró confiscadas, aprovechando los voraces agentes del archiduque que su madre se hallaba dentro de Gerona, ocupada por los borbónicos en esos momentos. AHN. ESTADO, legajo 8694.

Refugiados de guerra

Una de las consecuencias inevitables de la inseguridad generada por los abusos reiterados de las tropas austracistas en territorio afecto, junto a las correrías de las unidades borbónicas en la retaguardia enemiga, fue el  éxodo masivo hacia los bosques huyendo de la guerra.  En una súplica recibida en el Palau de la Generalitat el lunes, dos de abril de 1708 desde la villa de Tárrega, los regidores avisan “…como por instantes va perdiendo y aniquilando aquel común y sus particulares por el crecido alojamiento de caballería en que se halla. Y circunstancias con que lo padece, siendo ya mucho más de 100 familias las que han desertado, y cada día va experimentando van haziendo otras lo mesmo.” (Sans i Travé, Op.Cit 888).

En prácticamente todos los casos de abusos citados, se habla de éxodo masivo hacia las montañas o hacia Barcelona huyendo no de los combates, sino de los abusos de las tropas acantonadas.

Conclusiones

En definitiva, el grueso de la población campesina catalana, sobre todo la de las comarcas agrícolamente más ricas como el Urgel o la Segarra, se convirtió en proveedora forzada  y coaccionada de alimento, alojamiento, lumbre, forraje y sexo de los ejércitos de ambos bandos, incluidos los migueletes, que lejos de ser el referente romántico presentado por la Renaixença, fueron padecidos como una autentica pesadilla por los civiles catalanes. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Nacionalismo e intelectualidad: ¿Verdad o agitación (política)?






Artículo de José Rosiñol publicado en Periodista Digital.


Resulta difícil definir qué sucede en Cataluña, cualquier intento de encontrar patrones de comportamiento te lleva a cierto reduccionismo, a olvidar grandes piezas de ese puzle llamado “construcción nacional” o “proceso independentista” (el Proceso), aunque, ciertamente, podamos centrar dicho proceso en la definitiva “batalla por la comunicación”, básicamente aquella que trata de inocular el relato nacionalista en la mentalidad de los catalanes, ya sea gracias a la monopolización informativa o al adoctrinamiento identitario, nos faltaría saber dónde se genera un discurso con cuotas de plausibilidad suficiente como para ser aceptado por gran parte de la población de Cataluña.
Naturalmente, hablo de las opiniones de prestigio, de aquellas cuyo valor o veracidad va en función del personaje/s que las emiten, hablo de esa intelectualidad entusiásticamente orgánica al servicio de la Causa nacionalista, intelectualidad proyectada a través del denso y costoso aparato de manipulación mediática cuya utilidad es doble, por un lado dota de autoridad pública a la figura gracias a un meticuloso juego hagiográfico, y, por otro, propala ciertos argumentos que sustentan el relato nacionalista, todo ello incardinado en el “combate” dialéctico/mediático del momento.
Pero todo ello solo es una parte de un todo superior, de una cosmovisión profundamente retrograda y anacrónica de la sociedad, si nos detenemos a observar el fenómeno, vemos cómo todo responde a esquemas positivistas e historicistas decimonónicos trufado de un aire de relativismo cultural y posmoderno, dotando de un halo de sacralidad intelectualizada al dogma nacionalista, sacralidad sustentada en algo casi religioso para su funcionamiento: la imposible refutación, la imposible falsación, básicamente porque lo defendido por el nacionalismo es, simplemente, opinión, creencia, y mito romanticista, nunca de ciencia.
Todo este gran escenario montado para el espectáculo nacionalista, como decía, nos retrotrae a los tiempos en los que la Nación comenzó a fagocitar a la ciencia –especialmente las ciencias humanas-, cuando el poder percibió la potencia de la política narrada por intelectuales, ese fenómeno comenzó, como no podía ser de otra manera, por la Historia, historia que pasó a ser historia nacional, una historia institucionalizada y profundamente ideologizada con el objetivo de consolidar ese reciente concepto denominado “estado-nación” desde un punto de vista emocional, apelando al sentimiento de pertenencia, sentimiento casi siempre compatibilizado con un necesario chivo expiatorio interno o externo al que acusar de todos los males de la sociedad… ¿les suena este esquema?
Pero, en Cataluña, esta monopolización e instrumentalización de los profesionales de la ciencia en pos del proyecto independentista no se detiene en los historiadores, cualquier ámbito de las ciencias humanas debe estar al servicio de la Causa (cosa que, paradójicamente, ha revivido la decadente figura del intelectual como referente social –politizado-), especialmente la economía, la sociología y las ciencias políticas.
De los muchos ejemplos que podrían ilustrar lo dicho hasta aquí, me detendré en dos episodios que bien podrían ser el paradigma sobre el que se construye el edificio comunicativo nacionalista, el primero es la sorpresa del periodista/comunicador Jordi Basté cuando el colaborador de La Vanguardia Jordi Barbeta relativizó la conveniencia de seguir con el argumento de las balanzas fiscales como método válido para el proceso soberanista (el Món a RAC1 06/03/14 8:00) el breve diálogo versa así:
·       Jordi Barbeta: “…los números (en referencia a las “balanzas fiscales”) puedes hacerlos servir como te dé la gana…”
·       Jordi Basté: “…esto ¿también vale para Sala i Martín (en referencia al economista de cabecera del independentismo)?...”
Este es el objetivo esperado, se da un carácter de Verdad incuestionable a quién tiene el plácet nacionalista de “experto”, incuestionable para el target de consumidor político, aquél poco formado en determinadas áreas de conocimiento o que se conforma con ser un mero receptor de eslóganes, lo sorprendente es su efectividad, ya que hasta los más obstinados partidarios de la independencia, como Jordi Basté, parecen haberse convertido en fervorosos “creyentes” de este tipo de constructos seudo-intelectuales, como mínimo, cuestionables, imagino que por ello la pregunta y el asombro mostrado por el  Sr. Basté.
El segundo ejemplo es un artículo publicado en La Vanguardia el pasado miércoles día 5 de marzo por Salvador Cardús, sociólogo que, entre otras perlas, culpaba “…la corrupción en Cataluña a la “españolización” de las últimas décadas…”, en el caso de la sociología, el nacionalismo utiliza la perspectiva sociológica para inventar patrones de comportamientos sociales y generalizaciones con las que sustentar el relato oficialista, si la labor sociológica pretende ir más allá de los prejuicios, prenociones y el “sentido común”, en este caso es un uso inverso, parte de prejuicios, prenociones y dogmas para crear un nuevo “sentido común”, es un largo proceso de ingeniería social que ha logrado construir una “path dependence” político-social inclinada a las tesis nacionalistas.
Pues bien, en el artículo que he mencionado más arriba el Sr. Cardús expone unas ideas que, en mi opinión son claves para entender algo de este enquistado proceso de “construcción nacional”, se parte de una mezcla de victimismo, suficiencia y superioridad moral respecto a una alteridad concienzudamente construida titulada como “España”, dice el sociólogo respecto a las peticiones de diálogo entre las ¿partes?: “…el diálogo sólo es posible si uno es capaz de ponerse en la piel del otro… no se quieren ni escuchar ni entender las razones de los que proponen el desafío del ejercicio del derecho a decidir…”.
Aquí me gustaría hacer una pequeña digresión, respecto a esa petición de empatía para el diálogo a la que hacía referencia el sociólogo, cabría plantearse que “ponerse en la piel del otro” no significa –necesariamente- alcanzar conclusiones positivas o negociales, sino que también podríamos ser conscientes de las más profundas convicciones del “otro”, como decía Rorty, ¿qué hubiésemos podido dialogar con un acérrimo partidario del nazismo?, la empatía en contextos sociales consensuales (de salón, moqueta o mármol y/o con incentivos suficientes) es efectiva, pero cuando traspasamos los límites de lo moral, de las fronteras del discurso del consenso, cuando vamos más allá de los convencionalismos de nuestra cultura, en el ejercicio de intentar entender al otro podríamos llegar a reconocer únicamente la cara del Terror, de la diferencia insalvable, del odio visceral. Si un cautivo en un campo de concentración tratase de ponerse en la piel de un carcelero de las SS ¿qué encontraría más allá de ser consciente de su propio destino?, ¿y el carcelero que ha cosificado y deshumanizado al prisionero a qué conclusión –muy poco buenista- llegaría?
Continuando con el artículo el Sr. Cardús nos dice que “…hacer la consulta que los catalanes exigen a sus políticos… eso olvida de dónde arranca todo el proceso. La petición de diálogo político de Catalunya con España arranca con Pasqual Maragall y su propuesta de reforma del Estatut…” y “…la petición de diálogo, después de cuatro años de deliberación humillante, obtuvo otro no en junio del 2010 por parte del Constitucional…”, es sorprendente que sean “catalanes” (yo soy catalán y no veo la necesidad de hacer esta consulta) quienes “exijan a sus políticos” seguir adelante con el proceso debido al tan enarbolado agravio de la sentencia del Alto Tribunal respecto al Estatut de 2006, sin embargo el referéndum tuvo una exigua participación del 48,85% y unos votos favorables del 73,9%...esto es, a favor de dicho estatuto solo votó el 36,1% del censo electoral…una cifra muy próxima al apoyo actual al independentismo ¿será una casualidad?, ¿no será que el verdadero origen sigue siendo, como en 2006, una minoría hipertrofiada gracias al aparato de manipulación mediática al servicio de la Causa?
Salvador Cardús también nos dice que uno de los errores de “Cataluña” ha sido “…relegar su dignidad nacional dando prioridad a los intereses españoles de los poderes fácticos catalanes…”, es sorprendente que un científico social enarbole banderas dogmáticas como la “dignidad nacional”, que se embarre en los fangos de la irracionalidad identitaria, en la disolución de la individualidad en el magma de una nación adscriptiva, pero es aún peor que tache de poderes fácticos a los catalanes que, simplemente, no quieren ni han querido seguir el juego de los nacionalistas…
Continuando con ese forzado relato con final y desenlace previamente conocido, el artículo continúa así: “…en Catalunya nadie podría liderar la renuncia a aquello que exige un 80% de la población sin hacerse daño…”, ¿el 80% de la población?, ¿a quién se refiere con eso de “hacerse daño”?, sigue con “…el diálogo político entre Catalunya y España sólo se podrá reanudar después del ejercicio democrático a decidir, sea de la forma que sea…”, es decir, confunde diálogo entre administraciones con diálogo entre una especie de organismos diferenciados llamados Cataluña y España, diálogo que debería efectuarse solo después de hacer el referéndum de autodeterminación, esto es, primero hay que saltarse las leyes, las normas democráticas, hacer un referéndum predestinado y después del hecho consumado ya veremos qué pasa.
Por último, el Sr. Cardús afirma que “…no habiendo marcha atrás, lo más racional sería pensar en escenarios que minimizaran los costes y maximizaran los beneficios de la secesión…” y esto es algo común a todos los que dicen defender solo el “derecho a decidir” del “pueblo catalán”, sucede que cuando se desatan –dialécticamente hablando- siempre acaban verbalizando y constatando el adjetivo implícito del derecho a decidir (la independencia), esto es, siempre se refieren a la secesión, a la independencia, a la ruptura, a la separación… el referéndum solo es una excusa.