Leo
la noticia de que la ANC pide 100.000 voluntarios para “oír” a los ciudadanos
de Cataluña, piso por piso. Desconozco cuantos pisos ycasas hay en Cataluña,
pongamos que tantos como ciudadanos, aprox. 7M; es decir 70 pisos por
voluntario. Accesible. Veo el video publicitario, en el que se explican las
“razones”: es la hora de escuchar -no
convencer- a todos los ciudadanos. “El
porta a porta mes festiu i participatiu de la historia”. Leo la noticia en los
diarios, en los noticiarios de Tv y espero una reacción que no se da. ¿De
verdad nadie se pregunta qué significa este hecho? ¿De verdad alguien piensa que los efectos de
esta iniciativa son inocuos? Ya ven que no pongo en duda la bondad de la
intención.
Permítanme
una somera descripción de la situación social de la actual Cataluña, tan sólo
un diminuto enfoque de la misma. Estamos viviendo unos momentos que, pese a la
machacona propaganda de la festividad o, precisamente con esa excusa, se
permiten determinadas conductas que valoradas seriamente nos remitirían a una
exigencia de responsabilidades políticas y jurídicas de gran envergadura: es
absolutamente desolador que en una democracia -estoy convencido que mejorable-
unos representantes políticos sean capaces de saltarse la legalidad, mediante
subterfugios o directamente animando a la desobediencia civil; intentando
anteponer a dicha legalidad un concepto de democracia carente de fundamento. Por
lo visto, ahora se es antidemócrata por negar el ejercicio de un derecho absoluto
no reconocido por las leyes: los ciudadanos no votan todo lo que quieren y
cuando quieren.
Nuestra
Constitución recoge diversas figuras que permiten conocer, más allá del momento
de las convocatorias electorales, las inquietudes y voluntades de la
ciudadanía: derecho de manifestación, iniciativa legislativa popular,
referéndum, etc. La Constitución española huyó de democracias asamblearias. La
ciudadanía puede ejercer su derecho a voto de conformidad con las leyes para la
elección de sus representantes. Esta es, como en la casi totalidad de los
países de nuestro entorno, la máxima expresión de democracia; no seré yo quien dude de los posibles
beneficios de una democracia más participativa, pero trabajemos en ello,
pongámonos la mayoría de acuerdo y
dispongamos las fórmulas para poder realizarlo porque no hay atajos y menos
cuando suponen infringir la legalidad. En relación con las manifestaciones de
la voluntad democrática recogidas y amparadas por la Constitución, ya me hubiera gustado que las manifestaciones
en contra de las políticas de recortes sociales hubieran tenido el mismo eco en
nuestros representantes autonómicos que las manifestaciones del 11S en el
Gobierno de la Generalitat. En Cataluña estamos ante un receptor de voluntades
un tanto especial, el Gobierno español desaparecido.
El
posicionamiento del Gobierno de la Generalitat es de todos conocido: nuestros representantes
(lo son aunque no les hayamos votado) y
las Instituciones desde las que ejercen la potestad que con los votos les hemos
conferido, están volcadas en dar respuesta a una sola manifestación de voluntad
(la de “su pueblo”) sin preguntarse a quienes representan, la legalidad de la
propuesta, la repercusión y responsabilidad de avivar la confrontación entre
ciudadanos y con el Estado. Todo ello conociendo que hay una solución a las
voluntades expresadas en la calle: la máxima expresión de la democracia tal
como la entendemos todos, unas elecciones anticipadas (o no); que las urnas
diriman las propuestas, sin ambages, de los diferentes partidos; que estas
propuesta se hagan (o no), con los matices que estimen oportuno, eco de las
manifestaciones del 11S. Que todos tengamos claro las propuestas de cada
partido político, sin posibilidad de error o mala interpretación.
No
pongo en duda el éxito de las convocatorias del 11S, realizadas y alentadas
desde 2012 por los partidos que abogan por la consulta -ya ven que no me
refiero exclusivamente a los independentista-; el gobierno de la Generalitat (y
sus medios de comunicación públicos y “concertados”); la ANC y Omnium Cultural. En una Comunidad
Autónoma de más de siete millones de habitantes, que ante una convocatoria se
movilicen unas 800.000 personas, reitero, me parece un éxito; pero permítanme que tenga mis dudas en
relación a la lectura que de ello deba realizarse. Aquí en Cataluña, desde los
medios de comunicación afines al independentismo hasta la Generalitat de
Catalunya, comparten una única interpretación: ese ingente número de personas
representa la voluntad de “un pueblo”. Y esa voluntad, no nos engañemos, no es
otra, desde su perspectiva, que la independencia. Esta interpretación es de una hipocresía mayúscula
porque, si no, ¿a qué vienen esas manifestaciones de representantes del
Gobierno catalán respecto de la creación de las estructuras de estado antes de
realizar la propia consulta; o de la Sras. Carme Forcadell y Muriel Casals en
el sentido de que la próxima diada será una celebración y no una
reivindicación?. El resto de ciudadanos que no se unieron a la manifestación (o
a esa manifestación, porque lo hicieron a otras) no tienen voluntad o no forman
parte de ese “pueblo” (su pueblo catalán). Quien no la manifiesta, no tiene
voluntad. Quien calla, otorga. Aquí no caben individualidades ajenas a ese
sentimiento de pertenencia: o eres de los “nuestros” (el buen catalán) o eres
de los otros (un españolista acérrimo o, en el mejor de los casos un mal catalán).
Esto que he descrito dudo mucho que pueda negarlo nadie medianamente objetivo: admite
matices que, en ningún caso, se alejarán de lo que pretendo mostrar.
En
este ambiente viciado (unos respiran mejor que otros), tras la gran
manifestación del 11S, la ANC hace un llamamiento para crear una “policía
política”, 100.000 voluntarios que van a recorrer, piso por piso, es decir,
ciudadano a ciudadano, Cataluña entera. He entrecomillado policía política para
quitarle peso ya que si no, sería insoportable, para resaltar su reflejo. Estoy
convencido de que detrás del que tuvo la idea no ha habido mala fe, aunque
muestra de ello sería que dejaran de lado esta iniciativa. No obstante, resulta llamativo que los
verdaderos adalides de la democracia, no mesuren desde el más estricto respeto
a los derechos básicos de las personas, una propuesta como esta. Ya no voy a
referirme a la Constitución Española que tanto denostan, esa que les permite
manifestarse en libertad y, amparados por la Ley, voy a traer a colación el
artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión…”. ¿De verdad creen ustedes que su “visita” para “escuchar” lo que
piensan todos y cada uno de los ciudadanos y no los que voluntariamente puedan
dirigirse a los representantes o partidarios del movimiento independentista, no
quebranta este Derecho universal de las personas? Es importante que nos
detengamos en el hecho de que la prospección de ideologías que pretenden
realizar significa, de facto, averiguar sin posibilidad de duda, qué es lo que
votaría cada ciudadano en el imaginario de la celebración de una consulta.
Tener un registro de todos los ciudadanos y su posicionamiento político (desconozco
si manejarán otros datos diferentes a los que podrán elaborar, a saber, núm. de
personas con derecho a voto y su intención política en cada piso que visiten),
algo absolutamente deleznable e ilegal. Quien desconozca la cotidiana realidad
social de la Cataluña actual podría aducir en contra de lo que estoy
describiendo que no abriendo la puerta cuando llamen, problema resuelto. Que no
deja de ser un acto voluntario. Esta argumentación topa con un “pequeño”
obstáculo: ¿de la iniciativa puede derivarse un registro de la opción política
de todos y cada uno de los “escuchados”? Si la respuesta es afirmativa, ¿alguien
en su sano juicio puede pretender que dicha iniciativa no atentaría contra el
derecho de aquellas personas que no quieran que se sepa su posicionamiento político
dentro de su libertad? Porque en la tesitura política actual, no recibir a tan
amables emisarios supondría, de facto, posicionarse en contra de la opción
política por ellos defendida. A ello deberíamos añadir la innecesaria
humillación que supondría para aquellos ciudadanos que no quieren constar como
“los malos” (recordemos que la prospección no la hace una institución pública o
privada neutral), el hecho de tener que aparentar una opción ideológica
distinta a la que tienen, es decir, ante una pregunta incómoda en la que no
quieren aparecer como “los aguafiestas”, mientan (no todo el mundo valora de la
misma forma la mentira, lo sé, pero desde el mismo momento en que alguien se ve
compelido a mentir, se atenta contra su dignidad como persona).
Dudo
mucho que estas líneas puedan hacer cambiar de opinión a los impulsores de la
prospección ideológica, no obstante, apelo a su responsabilidad y, en caso
contrario, a la de las instancias políticas y judiciales para que impidan una
iniciativa absolutamente deleznable e ilegal.
Tristemente, la descripción de hechos y su valoración es impecable. El que yo prefiera firmar como Anónimo, también es triste.
ResponderEliminarYo no me lo creí cuando lo escuché en la televisión. Sinceramente, lo primero que se me vino a la cabeza fue "Hitler, nazis". Me parece increíble que hayan planteado algo así. Sólo buscan saber quién está a favor y quién no acerca de "la consulta". A saber qué harán con esa información el día de mañana.
ResponderEliminarPor cierto, lo que están haciendo, en el fondo es ilegal y vulnera un derecho muy claro de la Constitución.
Artículo 16.2 de la CE.
- Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
Pues está muy claro que la ANC quiere obligar a declarar a las personas sobre su ideología. Por mucho que lo quieran adornar con buenas intenciones, festividad, jiji, jaja. Estaría bonito que no lo maquillaran así, sería de idiotas decir que voy a ir a tu casa a saber qué piensas y tomar acciones en el futuro de dudosa legalidad.
Lo que no entiendo es cómo no va la gente o asociaciones y hacen una denuncia personal o colectiva contra esto que quieren hacer.
Sr. Ruiz, cada día, aunque sé que no lo cree, le escucho con atención.
ResponderEliminarCada día, aunque crea que es para "fastidiar", me gusta discutir con vd e intentar enredarle.
Y cada día, mientras no se demuestre lo contrario, le continuaré diciendo que la política contamina, la buena voluntad se pierde, porque el poder y las ganas de poder destruye a las personas.
Ojalá esté equivocada y un día, no muy lejano, pueda decirle que vd tenía razón, que las leyes y los políticos están para cuidarnos, para darnos soluciones, que son gente cercana. Que no nos hemos vuelto locos.
Aplaudo su artículo. 9N suspendido. Ya veremos que ocurrirá en estos días.
Comparto absolutamente todo lo que ha escrito y su clara forma de describirlo. Chapeau!