viernes, 23 de mayo de 2014

Cancamusa

Sonia Sierra

Uno de los argumentos para defender la famosa consulta catalana es decir que "así se acaba con este tema de una vez". Si yo lo creyera aunque fuera un poquito, posiblemente me pondría a hacer campaña pro-consulta desde ya. Pero, evidentemente, me parece que nada más lejos de la realidad y que el referendo no sería el final de nada sino, todo lo contrario, el principio de algo que a mí, personalmente, me resulta poco deseable.
Cuando dicen eso de "si es una consulta no vinculante" están confundiendo intencionadamente a esa ciudadanía a la que se supone que quieren dar la palabra. ¿Qué pasa si sale sí? ¿Se les dice a los votantes que se trataba solo de saber la opinión y que ahora ya está?
Así, los defensores del referéndum como fin en sí mismo exclaman con aire inocente: "¡Pero si solo se trata de consultar al pueblo!". ¿En serio? ¿Sin consecuencias? Porque si es así, me parece una auténtica tomadura de pelo. Es lo que tiene construir su discurso a base de eufemismos como "derecho a decidir" o "consulta", que se obvia que de lo que se trata es de preguntar sobre la separación de una parte del país. De esta manera intentan que el objeto principal no aparezca nunca, haciendo desaparecer de un plumazo toda la carga semántica negativa de la palabra secesión.
Cuando dicen eso de "si es una consulta no vinculante" están, una vez más, confundiendo intencionadamente a esa ciudadanía a la que se supone que quieren dar la palabra. En primer lugar, los referendos en España no son vinculantes así que esta diferenciación que realizan entre "consulta" y "referendo" es falsa, pero es que, a mi entender, si finalmente se opta por la opción de preguntar sobre algo tan serio y trascendente como es la secesión tiene que ser con todas las consecuencias. Porque, ¿qué pasa si sale sí? ¿Se les dice a los votantes que se trataba solo de saber la opinión y que ahora ya está? No, si se da un paso de este calado tiene que ser para aceptar el resultado y actuar con coherencia. Porque si no, parece que más que una secesión lo que se quiere es una posición de fuerza para negociar, qué se yo, un pacto fiscal o un blindaje de las competencias.
También es frecuente oír que lo que se pretende es mejorar la calidad democrática y consultar a los ciudadanos sobre muchos aspectos de su vida cotidiana. Pues vaya, que hubieran empezado por ahí. Yo no veo sobre la mesa ninguna otra propuesta de consulta sobre los aspectos que sí tienen competencia, como por ejemplo, someter a plebiscito la mal llamada "inmersión lingüística". Porque esa es otra, desde Artur Mas a Marta Rovira pasando por Joan Herrera reivindican que se ha de hacer la consulta porque así aparecía en sus programas y es lo que ha votado el 80% de la población. Pues, desde luego, si han prometido una consulta que no está en su mano convocar, ahora tienen un problema con sus votantes porque no está bien ofrecer algo que no se puede dar.

Al margen de eso, la cifra del 80% no es cierta. Unas veces aluden a que es el tanto por cierto de diputados del Parlamento autonómico. Pero, en realidad, estos diputados no alcanzan los dos tercios, por lo que no podrían ni reformar el Estatuto de Autonomía, y van y pretenden forzar un cambio constitucional. Porque yo lo valgo. Además, Cataluña es la única Comunidad Autónoma de España que no tiene ley electoral propia y el actual reparto de escaños tiene poco que ver con la idea igualitaria de una persona un voto, ya que el voto de una persona del interior de Cataluña vale más que el de una persona de Barcelona y el cinturón industrial, motivo por el cual las fuerzas nacionalistas están hiperrepresentadas. Así, por número de votos, ese "80%" del que hablan se queda en algo más de la mitad. Eso si contamos las elecciones autonómicas porque la realidad es que, tradicionalmente, en Cataluña se vota más en la Generales, y en las Cortes el resultado quedó claro: el 85% de los diputados –entre ellos, la mayoría de los catalanes- votaron en contra de la consulta.
ERC no oculta sus intenciones expansionistas por lo que no es ya que la consulta no sería el final de nada, sino que ni tan solo lo sería si se consumara la secesión. Vamos, que si cedemos tenemos cancamusa para rato
Curiosamente, ese 85% real de representantes no es una cifra aceptada por, por ejemplo, Joan Herrera (ICV-EUiA), que el pasado 5 de mayo, cuando el presentador de La noche en 24 horas de TVE  tuvo a bien recordársela, él replicó que esto no era así porque, según las encuestas, el 84% de la población española está a favor de la consulta. Un representante elegido democráticamente contraponiendo la legitimidad de otros cargos electos a una encuesta. De no dar crédito. Por otra parte, estas encuestas recurrentes en el argumentario pro-consulta suelen ser las del CEO, que pronosticó mayoría absoluta para CiU en 2012 y perdió doce escaños, o una encuesta telemática de la SER. Así, frente a los datos reales de las elecciones, encuestas varias de dudosa fiabilidad. Todo un ejemplo de rigor y debate serio.
Porque de eso va el tema, de seguir mareando la perdiz, de no concretar nada ya que, a día de hoy, no hay ninguna consulta convocada, tan solo una rueda de prensa de cuatro partidos, dos de los cuales –CiU e ICV-EUiA- ni tan siquiera se han pronunciado sobre cuál será su postura ante una inverosímil doble pregunta que, según el propio presidente de la Generalidad, no se sabe cómo se hará el recuento.
Pero es que, ni en el mejor de los casos, con un referendo vinculante realmente convocado, con una pregunta clara y una mayoría establecida para poder tomar una decisión, la consulta no sería el final de nada porque si sale no, ¿alguien cree que la ANC y compañía se van a disolver? Y si sale sí, ERC ya ha explicitado en su programa para las elecciones europeas que una vez conseguida la secesión, el siguiente objetivo es reunificar lo que ellos llaman los "Países Catalanes", es decir, la Comunidad Valenciana, Islas Baleares, la franja de Aragón y el sur de Francia. No importa que los Países Catalanes no hayan existido nunca ni que los parlamentos democráticamente elegidos de esas Comunidades Autónomas –en Francia todavía se deben de estar riendo- hayan dejado claro que no quieren saber nada de un proyecto así: ERC no oculta sus intenciones expansionistas por lo que no es ya que la consulta no sería el final de nada, sino que ni tan solo lo sería si se consumara la secesión. Y si no, lean a Stéphane Dion y sus opiniones sobre el peligro de la estrategia del contentamiento. Vamos, que si cedemos tenemos cancamusa para rato.
Este artículo fue publicado en Crónica Global (14-05-14)

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