viernes, 4 de abril de 2014

La ANC: ¿sociedad civil catalana?

Víctor Andrés Maldonado

En la preparación de las visitas oficiales de altos cargos de la Comisión Europea a un país tercero, una de las actividades casi obligadas es el contacto con la sociedad civil de dicho Estado. Estos encuentros se producen, siempre que sea posible, a todos los niveles: Presidencial, Ministerial (Comisarios) como de altos cargos de la Institución. El objetivo es obtener opiniones de primera mano sobre la situación del país y sobre el funcionamiento de sus instituciones de fuentes diferentes tanto de las autoridades como de los partidos políticos (por ejemplo, grado de independencia efectiva del poder judicial, grado de corrupción, respeto de los Derechos Humanos fundamentales como la libertad de expresión, etc.). Se trata de escuchar otras voces distintas de las oficiales para contrastar cómo se vive y se juzga la realidad del país por parte de la ciudadanía.
Una premisa igual para todos ellos es la de excluir a las organizaciones ligadas al poder establecido, lo que en la jerga diplomática se llaman GONGOs ("governamental-non governamental organizations"), pues de lo que se trata es de tener información de primera mano de la realidad de la situación del país de fuentes diferentes de las autoridades
Evidentemente, un elemento fundamental es una buena elección de las organizaciones de la sociedad civil con el fin de asegurar, dentro de lo posible, la pluralidad y la representatividad de las diferentes sensibilidades que pueda albergar dicho país. Dentro de este concepto se sitúan todas aquellas organizaciones que no estén ligadas a uno de los poderes del Estado, sea el gobierno, el parlamento o el poder judicial, y que defiendan intereses de grupos específicos o ejerzan determinadas actividades dentro de la sociedad. Por lo tanto, en esta amplia definición caben desde organizaciones empresariales, sindicatos, asociaciones profesionales, asociaciones de carácter cultural, asociaciones de defensa de intereses sectoriales o de grupos sociales específicos, universidades, los llamados think tanks, etc.
Evidentemente, las organizaciones de la sociedad civil invitadas difieren con el tipo de visita que se pretenda llevar a cabo. Por ejemplo, en el caso de una visita de carácter económico en el marco de una negociación comercial, las organizaciones empresariales y las empresas, en particular las europeas establecidas en el país visitado, tienen con toda seguridad un puesto asegurado en la reunión. En el caso de una visita de carácter político, por ejemplo, en el caso de contactos y consultas con el gobierno del país, las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, organizaciones sociales, organizaciones feministas, etc., que en la mayoría de los casos son las denominadas ONGs (o NGOs, en su acrónimo en inglés), suelen ser las elegidas. Como es natural, la elección de las organizaciones de la sociedad civil varía enormemente de un país con un sistema democrático a uno que carece del mismo tanto en diversidad como en cantidad y calidad, por razones obvias. Pero una premisa igual para todos ellos es la de excluir a las organizaciones ligadas al poder establecido, lo que en la jerga diplomática se llaman GONGOs ("governamental-non governamental organizations"), pues como dije anteriormente de lo que se trata es de tener información de primera mano de la realidad de la situación del país de fuentes diferentes de las autoridades y, además, de evitar la "autocensura" por parte de las organizaciones independientes del poder a la hora de expresar sus opiniones que suele producirse cuando éstas se encuentran en presencia de las denominadas GONGOs.

En el caso específico de Cataluña y debido al carácter democrático del sistema político existente en toda España, hay una gran variedad de organizaciones de la sociedad civil que representan intereses de todo tipo, como ocurre en todos los países del mundo desarrollado. En el contexto del llamado proceso soberanista, el nacionalismo catalán suele insistir en que está promovido e impulsado por la propia sociedad civil catalana, a cuya cabeza se sitúa desde hace un par de años la ANC (la Asamblea Nacional Catalana).
Efectivamente, al parecer la ANC cuenta ya con alrededor de 25.000 afiliados y 20.000 colaboradores, lo que es una cifra muy importante. Además, tiene un carácter asambleario en sus métodos de toma de decisiones, lo cual promueve la participación directa en las mismas de sus afiliados pero, a la vez, también diluye de una forma u otra la asunción de responsabilidades por parte de sus dirigentes. Asimismo, no parece tener objetivos de defensa de los derechos de grupos sociales determinados o actividades de carácter social o profesional específicas, sino un objetivo político claro: la independencia de Cataluña. Por otro lado, algunos de sus más significados dirigentes están ligados a partidos políticos que promueven el proceso soberanista (por ejemplo, es bien conocida la militancia de su presidenta Carme Forcadell en ERC).
Con una alta probabilidad, la ANC sería considerada como una organización que promueve una opción política bien definida, cuando no una especie de GONGO
En mi opinión, tengo serias dudas de que la ANC pudiera ser incluida en la denominación de sociedad civil antes mencionada. En el mismo sentido, tampoco sería admitida como organización del "tercer sector" (donde se agrupan organizaciones y ONGs de carácter económico y social) del Comité Económico y Social de la UE (los otros dos serían los empresarios y los sindicatos), el organismo comunitario que contribuye a la discusión de la legislación europea antes de su aprobación a través de dictámenes que incorporan las opiniones e intereses de los distintos grupos económicos y sociales de Europa. Con una alta probabilidad, sería considerada como una organización que promueve una opción política bien definida, cuando no una especie de GONGO debido a la coincidencia de objetivos y, en muchas ocasiones, medios tanto con el actual gobierno de la Generalidad, y en particular con su presidente, como con el principal partido que le apoya en el Parlamento autonómico de Cataluña.
Pero llegados a este punto, la pregunta crucial es: ¿A quiénes representan? Es evidente que al menos a sus afiliados y colaboradores. Ya es mucho más dudoso que su representación alcance a las personas que se manifiestan en sus convocatorias, particularmente numerosas en las dos últimas diadas. Ni que decir tiene que no pueden pretender representar a la sociedad catalana en su conjunto por mucho que en muchos de sus actos y discursos de sus dirigentes se quiera dar esa impresión, cuando menos implícitamente. En este tipo de situaciones, y para sacarnos de dudas, lo mejor sería que la ANC se presentara a las elecciones (al menos a las próximas elecciones autonómicas catalanas) para defender sus postulados, por otro lado legítimos desde un punto de vista político siempre que se defiendan dentro de la legalidad, con el fin de que los ciudadanos de Cataluña pudieran otorgarles su confianza en el caso de que así lo juzgaran oportuno.
Y es aquí donde la situación se torna peligrosa. Si analizamos el proyecto de hoja de ruta que la ANC tiene previsto aprobar los próximos días está claro que los medios para alcanzar su principal objetivo (la independencia de Cataluña) incluyen, en algunos casos, acciones que van contra la legalidad vigente de un Estado democrático como es España y, por lo tanto, contra una legalidad que ha seguido los procedimientos democráticos necesarios para su aprobación. Además, pretende dictar a las instituciones representativas de los ciudadanos de Cataluña los pasos a seguir en el actual proceso político. En resumidas cuentas, legitimidad para defender sus ideas y objetivos, sí, pero no para substituir a las instituciones representativas y siempre dentro de la legalidad. Esta última cuestión: subvertir el orden constitucional (es decir, no respetar el Estado de Derecho) y pretender dictar las decisiones políticas a las instituciones representativas de los ciudadanos es simplemente inaceptable para la UE. Si a esto le sumamos las acciones de corte insurreccional propuestas para forzar el éxito de una declaración unilateral de independencia (es decir, la toma de las infraestructuras básicas administradas por el Estado existentes en Cataluña), la situación es de una gravedad difícil de calificar.
A lo que más me recuerda la ANC es al peronismo argentino: un movimiento de masas con postulados simplistas, con objetivos claros y con el afán de substituir al poder democráticamente instituido en el caso de que no siga su dictado
Si me permiten decirlo, a lo largo de mi vida profesional he tenido la oportunidad de conocer situaciones y movimientos similares en otros países: siempre acaba mal, entre otras cosas, porque acaban fuera del control de las instituciones representativas y, por lo tanto, suponen la negación misma del propio sistema democrático. Lo digo con una profunda tristeza.
A lo que más me recuerda la ANC es al peronismo argentino: un movimiento de masas con postulados simplistas, con objetivos claros y con el afán de substituir al poder democráticamente instituido en el caso de que no siga su dictado. Todos sabemos las consecuencias que el peronismo ha tenido en Argentina, uno de los países con mayor riqueza no solo de Latinoamérica sino del mundo occidental y que poseía uno de los niveles de renta per cápita más altos del mundo en los años cuarenta.
En definitiva, si tuviera que organizar una visita (como hice en el pasado a diversos países) de un alto cargo de la Comisión Europea o de la Alta Representante para la Política Exterior Europea a Cataluña, mi consejo sería que la ANC no fuera invitada a un encuentro con la sociedad civil catalana ni que sus representantes fueran recibidos en Bruselas por las razones mencionadas anteriormente: una organización que no podría considerarse como parte integrante de la sociedad civil de Cataluña debido a que su objetivo principal (sino único) es de carácter puramente político, propone subvertir el orden constitucional y romper el Estado de Derecho, y dictar a las instituciones representativas elegidas democráticamente por los ciudadanos decisiones políticas de una altísima trascendencia (por no citar las propuestas de corte insurreccional). Para comprobarlo, les sugeriría a los dirigentes de la ANC que hicieran una visita a Bruselas y pidieran una reunión con alguno de los altos cargos de la Comisión Europea.

Artículo publicado en Crónica Global (31/03/14)

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