domingo, 9 de marzo de 2014

Nacionalismo e intelectualidad: ¿Verdad o agitación (política)?






Artículo de José Rosiñol publicado en Periodista Digital.


Resulta difícil definir qué sucede en Cataluña, cualquier intento de encontrar patrones de comportamiento te lleva a cierto reduccionismo, a olvidar grandes piezas de ese puzle llamado “construcción nacional” o “proceso independentista” (el Proceso), aunque, ciertamente, podamos centrar dicho proceso en la definitiva “batalla por la comunicación”, básicamente aquella que trata de inocular el relato nacionalista en la mentalidad de los catalanes, ya sea gracias a la monopolización informativa o al adoctrinamiento identitario, nos faltaría saber dónde se genera un discurso con cuotas de plausibilidad suficiente como para ser aceptado por gran parte de la población de Cataluña.
Naturalmente, hablo de las opiniones de prestigio, de aquellas cuyo valor o veracidad va en función del personaje/s que las emiten, hablo de esa intelectualidad entusiásticamente orgánica al servicio de la Causa nacionalista, intelectualidad proyectada a través del denso y costoso aparato de manipulación mediática cuya utilidad es doble, por un lado dota de autoridad pública a la figura gracias a un meticuloso juego hagiográfico, y, por otro, propala ciertos argumentos que sustentan el relato nacionalista, todo ello incardinado en el “combate” dialéctico/mediático del momento.
Pero todo ello solo es una parte de un todo superior, de una cosmovisión profundamente retrograda y anacrónica de la sociedad, si nos detenemos a observar el fenómeno, vemos cómo todo responde a esquemas positivistas e historicistas decimonónicos trufado de un aire de relativismo cultural y posmoderno, dotando de un halo de sacralidad intelectualizada al dogma nacionalista, sacralidad sustentada en algo casi religioso para su funcionamiento: la imposible refutación, la imposible falsación, básicamente porque lo defendido por el nacionalismo es, simplemente, opinión, creencia, y mito romanticista, nunca de ciencia.
Todo este gran escenario montado para el espectáculo nacionalista, como decía, nos retrotrae a los tiempos en los que la Nación comenzó a fagocitar a la ciencia –especialmente las ciencias humanas-, cuando el poder percibió la potencia de la política narrada por intelectuales, ese fenómeno comenzó, como no podía ser de otra manera, por la Historia, historia que pasó a ser historia nacional, una historia institucionalizada y profundamente ideologizada con el objetivo de consolidar ese reciente concepto denominado “estado-nación” desde un punto de vista emocional, apelando al sentimiento de pertenencia, sentimiento casi siempre compatibilizado con un necesario chivo expiatorio interno o externo al que acusar de todos los males de la sociedad… ¿les suena este esquema?
Pero, en Cataluña, esta monopolización e instrumentalización de los profesionales de la ciencia en pos del proyecto independentista no se detiene en los historiadores, cualquier ámbito de las ciencias humanas debe estar al servicio de la Causa (cosa que, paradójicamente, ha revivido la decadente figura del intelectual como referente social –politizado-), especialmente la economía, la sociología y las ciencias políticas.
De los muchos ejemplos que podrían ilustrar lo dicho hasta aquí, me detendré en dos episodios que bien podrían ser el paradigma sobre el que se construye el edificio comunicativo nacionalista, el primero es la sorpresa del periodista/comunicador Jordi Basté cuando el colaborador de La Vanguardia Jordi Barbeta relativizó la conveniencia de seguir con el argumento de las balanzas fiscales como método válido para el proceso soberanista (el Món a RAC1 06/03/14 8:00) el breve diálogo versa así:
·       Jordi Barbeta: “…los números (en referencia a las “balanzas fiscales”) puedes hacerlos servir como te dé la gana…”
·       Jordi Basté: “…esto ¿también vale para Sala i Martín (en referencia al economista de cabecera del independentismo)?...”
Este es el objetivo esperado, se da un carácter de Verdad incuestionable a quién tiene el plácet nacionalista de “experto”, incuestionable para el target de consumidor político, aquél poco formado en determinadas áreas de conocimiento o que se conforma con ser un mero receptor de eslóganes, lo sorprendente es su efectividad, ya que hasta los más obstinados partidarios de la independencia, como Jordi Basté, parecen haberse convertido en fervorosos “creyentes” de este tipo de constructos seudo-intelectuales, como mínimo, cuestionables, imagino que por ello la pregunta y el asombro mostrado por el  Sr. Basté.
El segundo ejemplo es un artículo publicado en La Vanguardia el pasado miércoles día 5 de marzo por Salvador Cardús, sociólogo que, entre otras perlas, culpaba “…la corrupción en Cataluña a la “españolización” de las últimas décadas…”, en el caso de la sociología, el nacionalismo utiliza la perspectiva sociológica para inventar patrones de comportamientos sociales y generalizaciones con las que sustentar el relato oficialista, si la labor sociológica pretende ir más allá de los prejuicios, prenociones y el “sentido común”, en este caso es un uso inverso, parte de prejuicios, prenociones y dogmas para crear un nuevo “sentido común”, es un largo proceso de ingeniería social que ha logrado construir una “path dependence” político-social inclinada a las tesis nacionalistas.
Pues bien, en el artículo que he mencionado más arriba el Sr. Cardús expone unas ideas que, en mi opinión son claves para entender algo de este enquistado proceso de “construcción nacional”, se parte de una mezcla de victimismo, suficiencia y superioridad moral respecto a una alteridad concienzudamente construida titulada como “España”, dice el sociólogo respecto a las peticiones de diálogo entre las ¿partes?: “…el diálogo sólo es posible si uno es capaz de ponerse en la piel del otro… no se quieren ni escuchar ni entender las razones de los que proponen el desafío del ejercicio del derecho a decidir…”.
Aquí me gustaría hacer una pequeña digresión, respecto a esa petición de empatía para el diálogo a la que hacía referencia el sociólogo, cabría plantearse que “ponerse en la piel del otro” no significa –necesariamente- alcanzar conclusiones positivas o negociales, sino que también podríamos ser conscientes de las más profundas convicciones del “otro”, como decía Rorty, ¿qué hubiésemos podido dialogar con un acérrimo partidario del nazismo?, la empatía en contextos sociales consensuales (de salón, moqueta o mármol y/o con incentivos suficientes) es efectiva, pero cuando traspasamos los límites de lo moral, de las fronteras del discurso del consenso, cuando vamos más allá de los convencionalismos de nuestra cultura, en el ejercicio de intentar entender al otro podríamos llegar a reconocer únicamente la cara del Terror, de la diferencia insalvable, del odio visceral. Si un cautivo en un campo de concentración tratase de ponerse en la piel de un carcelero de las SS ¿qué encontraría más allá de ser consciente de su propio destino?, ¿y el carcelero que ha cosificado y deshumanizado al prisionero a qué conclusión –muy poco buenista- llegaría?
Continuando con el artículo el Sr. Cardús nos dice que “…hacer la consulta que los catalanes exigen a sus políticos… eso olvida de dónde arranca todo el proceso. La petición de diálogo político de Catalunya con España arranca con Pasqual Maragall y su propuesta de reforma del Estatut…” y “…la petición de diálogo, después de cuatro años de deliberación humillante, obtuvo otro no en junio del 2010 por parte del Constitucional…”, es sorprendente que sean “catalanes” (yo soy catalán y no veo la necesidad de hacer esta consulta) quienes “exijan a sus políticos” seguir adelante con el proceso debido al tan enarbolado agravio de la sentencia del Alto Tribunal respecto al Estatut de 2006, sin embargo el referéndum tuvo una exigua participación del 48,85% y unos votos favorables del 73,9%...esto es, a favor de dicho estatuto solo votó el 36,1% del censo electoral…una cifra muy próxima al apoyo actual al independentismo ¿será una casualidad?, ¿no será que el verdadero origen sigue siendo, como en 2006, una minoría hipertrofiada gracias al aparato de manipulación mediática al servicio de la Causa?
Salvador Cardús también nos dice que uno de los errores de “Cataluña” ha sido “…relegar su dignidad nacional dando prioridad a los intereses españoles de los poderes fácticos catalanes…”, es sorprendente que un científico social enarbole banderas dogmáticas como la “dignidad nacional”, que se embarre en los fangos de la irracionalidad identitaria, en la disolución de la individualidad en el magma de una nación adscriptiva, pero es aún peor que tache de poderes fácticos a los catalanes que, simplemente, no quieren ni han querido seguir el juego de los nacionalistas…
Continuando con ese forzado relato con final y desenlace previamente conocido, el artículo continúa así: “…en Catalunya nadie podría liderar la renuncia a aquello que exige un 80% de la población sin hacerse daño…”, ¿el 80% de la población?, ¿a quién se refiere con eso de “hacerse daño”?, sigue con “…el diálogo político entre Catalunya y España sólo se podrá reanudar después del ejercicio democrático a decidir, sea de la forma que sea…”, es decir, confunde diálogo entre administraciones con diálogo entre una especie de organismos diferenciados llamados Cataluña y España, diálogo que debería efectuarse solo después de hacer el referéndum de autodeterminación, esto es, primero hay que saltarse las leyes, las normas democráticas, hacer un referéndum predestinado y después del hecho consumado ya veremos qué pasa.
Por último, el Sr. Cardús afirma que “…no habiendo marcha atrás, lo más racional sería pensar en escenarios que minimizaran los costes y maximizaran los beneficios de la secesión…” y esto es algo común a todos los que dicen defender solo el “derecho a decidir” del “pueblo catalán”, sucede que cuando se desatan –dialécticamente hablando- siempre acaban verbalizando y constatando el adjetivo implícito del derecho a decidir (la independencia), esto es, siempre se refieren a la secesión, a la independencia, a la ruptura, a la separación… el referéndum solo es una excusa.

1 comentario:

  1. "yo soy catalán y no veo la necesidad de hacer esta consulta" dius José Rosiñol. Però ets català-espanyol o català -francès? ...si els espanyols parlen espanyol i els italians italià -cert, no?-, els catalans quina llengua tenim? ....el Suec?
    Ets català, molt bé. Però t'en sens, ho pateixes, ho estimes????????

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