sábado, 1 de febrero de 2014

¿Trilingüismo?

La Generalitat de Cataluña aplica la inmersión lingüística obligatoria en catalán en las escuelas públicas. Un sistema que es de inmersión para los niños castellanoparlantes, pero que es de educación -sin más- para los catalanoparlantes, pues a estos no se les inmersiona en ninguna lengua que no sea la suya propia. Al margen de esta consideración quedan, como no, los niños bilingües, que existen. Doy fe de ello.

Las escuelas privadas, las que quieren, aplican la inmersión lingüística en inglés, francés, alemán o italiano, por ejemplo. Y los colegios concertados -privados que reciben dinero de la Generalitat para mantener el sistema de educación universal- juegan sus cartas: precios más bajos que los privados con ofertas atractivas en servicios, instalaciones, sistema educativo y, también, lingüístico.



Antes de concretar que no todas las ofertas de enseñanza trilingüe son tales, pese a que lo publiciten los centros educativos, motivo de este texto, hay que apuntar dos aspectos imprescindibles. Uno, no existe un solo colegio en Cataluña que aplique la inmersión lingüística en español. Es un caso curioso, cuando menos, pues es extraño que no haya familias catalanoparlantes que valoren como un bien el conocimiento culto (no el que se aprende en la televisión o en la calle) del español pero sí de otras lenguas; a diferencia de las familias castellanoparlantes con la lengua catalana. Además, todas las escuelas públicas y concertadas aplican la lectoescritura (en la etapa Infantil, educación no obligatoria) en catalán. Todas, pese a que algunas escuelas concertadas tengan en marcha un plan trilingüe en Primaria y Secundaria. De esta manera, los padres en Cataluña pueden escoger para sus hijos entre la lectoescritura en catalán (gratis o pagando) y el resto de lenguas (solo pagando un colegio privado), pero no en español (ni gratis ni pagando).

Y el segundo aspecto a tener en cuenta es que el modelo lingüístico que aplica la Generalitat está enmendado por los tribunales pues su puesta en práctica no es correcta. Desde el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) al Tribunal Constitucional (TC), en sentencia de 1994 y no de 2010 -la del Estatuto de Autonomía- como ahora se dice repetidamente (pues en esta se hace referencia a la de 1994), pasando por el Tribunal Supremo (TS) -el último de sus autos, de este mes de enero, obliga a pagar las costas por primera vez a la Generalitat- establecen que la Consejería de Enseñanza debe aplicar la conjunción lingüística (español y catalán) en las aulas de los colegios públicos y concertados cuando una familia lo solicite y sin que lo haga por la vía judicial. Es decir, en resumen, que la inmersión lingüística en catalán no puede ser obligatoria, sino voluntaria.

El argumento legal es muy sencillo. La norma general para toda España permite a los gobiernos autonómicos escoger entre dos modelos. El primero, la libre elección de lengua vehicular a los padres en el que la lengua cooficial no escogida se imparta como asignatura lingüística. El segundo, un bilingüismo equilibrado en el que ninguna de las dos lenguas cooficiales puede quedar desplazada al 0% -¿dónde quedaría el bilingüismo, entonces?- en el día a día de los alumnos, un porcentaje que no tiene en cuenta las asignaturas lingüísticas. Para la segunda opción, además, los padres pueden escoger la lengua vehicular de sus hijos (catalán o español) en la primera enseñanza de la Primaria (primero y segundo), pero no en el resto de la escolarización. Una opción que la Consejería debe facilitar a los padres con la inclusión de una casilla en la preinscripción escolar y que, lamentablemente, tampoco cumple, en contra de lo que han señalado los tribunales de justicia. Otro aspecto que los tribunales han señalado como no apto es lo que se denomina atención individualizada.

La Generalitat de Cataluña, en el marco de sus competencias, ha escogido el segundo de los modelos legales. Es, desde mi punto de vista, el más justo y el más acorde con la realidad catalana. Las dos lenguas oficiales de Cataluña (sin olvidar que el aranés lo es en el Valle de Arán) son hermanas. No hay ni un catalán que no las entienda y no pasa más de cuatro meses el conciudadano que venga de otros lugares de España y pueda saber qué dice el vecino catalanoparlante. Sin embargo, la Consejería de Enseñanza aplica el primer modelo pero sin dejar a los padres escoger entre las lenguas oficiales. Es decir, inmersión en catalán obligatoriamente. Otros gobiernos autonómicos, por ejemplo el vasco, apuestan por el primer modelo aplicándolo correctamente. Pese a que CiU defendió la libertad de elección de lengua vehicular en la Transición, fue el PSC el que incitó a la aplicación de un modelo pervertido basándose en la inmersión lingüística que se aplicaba en el Québec (Canadá). Los gobiernos de Jordi Pujol compraron esta mercancía averiada a los socialistas.

¿Perversión del modelo? ¿Mercancía averiada? Sí. La inmersión lingüística canadiense parte de tres aspectos que son fundamentales y que los ideólogos del modelo catalán evitaron publicitar para que no se aplicara en Cataluña. A saber. Uno, la inmersión debe ser un modelo libre y voluntario; una opción de los padres y no una obligación de la administración pública. Dos, se ha de implantar después de que los niños dominen su lengua materna (se aplicó en el Québec en niños que tenían la lengua inglesa como lengua materna y que, después de la primera escolarización, se les inmersionó en francés). Y tres, se ha de aplicar entre lenguas cultas y no para inmersionar a un niño en una lengua sin un bagaje cultural y sin medios para poder desarrollarse en esta lengua o que le sea útil.

Sin duda, el tercer aspecto no afecta para el modelo catalán. La lengua catalana vive su mejor momento de la historia, nunca ha tenido tantos hablantes como ahora; y nadie puede dudar de que no sería una sorpresa que un Premio Nobel de Literatura hubiera realizado su obra en catalán. No hace falta decir nombres actuales ni de los que no están y sonaron para ello (mallorquines incluidos). La lengua catalana es rica y está reconocida internacionalmente. Es un valor cultural a defender.

Sin embargo, los dos primeros aspectos no se cumplen en Cataluña (voluntariedad y aplicación tras un aprendizaje en la lengua materna). La Generalitat aplica la inmersión lingüística de forma obligatoria (incluso, en contra de las sentencias de los tribunales) y sin que los niños castellanoparlantes hayan recibido las primeras enseñanzas, sobre todo la lectoescritura, en su lengua materna. No hay un solo pedagogo que defienda, sin la vertiente política de su argumento, que se puede aprender una segunda lengua sin tener las nociones básicas de la lengua materna.

En el último mes he visitado nueve centros escolares de Barcelona. No es una cifra representativa pero no creo que lo hagan muchos padres. Todas las visitas a centros concertados. Son estos los que tienen más margen de aplicar la ley y desobedecer las directrices de la Consejería de Enseñanza que, sorprendentemente, anima a los colegios a no cumplir las normas. No deja de ser curioso que sean los colegios públicos -que deberían ser un ejemplo por encima de todo- los que se estén llevando a la mochila un nuevo estigma: no cumplen las leyes.

Así, los centros privados concertados utilizan el gancho del trilingüismo para atraer a posibles clientes. La baja natalidad, la crisis económica y la salida de España de jóvenes y familias en busca de empleo están haciendo que el sistema concertado ofrezca más plazas de las que la ciudadanía reclama. Un cartel, un anuncio o un folleto informando de que en este colegio se ofrece trilingüismo desde parvulitos está a la orden del día. Trilingüismo mejor que bilingüismo y, sin duda, nada que ver con el monolingüismo de las escuelas públicas (¿por qué la Consejería de Enseñanza sí permite en casos contados que el inglés o el francés sean lenguas vehiculares en algunos centros públicos y no lo sea también el español?). Es la oferta de la cantidad, sin tener en cuenta la calidad.


Los nueve centros -seis por encima de la Avenida Diagonal- aseguran que ofrecen una educación trilingüe en sus informaciones públicas, y así lo confirman los directores o coordinadores en sus visitas programas e individualizadas con los padres que están interesados. Todos concretan: catalán, español e inglés. Sin embargo, solo dos aplican un trilingüismo real, es decir, durante la Primaria y la Secundaria un tercio de las asignaturas aproximadamente en cada lengua. Otro colegio lo hace en Primaria, no en Secundaria, pues no tiene el profesorado adecuado (otro tema nada baladí).

El resto de centros así explican su trilingüismo. Inmersión lingüística obligatoria en catalán desde la educación Infantil hasta el Bachillerato con las asignaturas de lengua castellana y lengua inglesa desde primero de Primaria. Es decir, por esta regla de tres, cualquiera que haya cursado la EGB tuvo una educación trilingüe desde sexto curso. Y eso en las escuelas públicas y concertadas. Es más, todos incluyen una cuarta lengua (generalmente, el francés) a partir de Secundaria. ¿Son entonces sistemas cuatrilingües? No, claro.


Lógicamente, el sistema trilingüe no es esto. La oferta trilingüe no basta con poner un cartel a las puertas del colegio asegurando que los niños reciben clases de inglés desde pequeñitos. Las clases han de ser en inglés y no solo de inglés. Si es muy importante recordar la palabra obligatoria al lado del término inmersión lingüística, no lo es menos, la preposición en, en lugar de de, al lado de la palabra inglés. El bilingüismo es un derecho, el trilingüismo la mejor oferta.

Daniel Tercero

2 comentarios:

  1. ¡Estàn tots bojos!, que va dir Astyerix en aplegar a Roma i estranyar-li les costums romanes

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  2. Excelente artículo Sr. Tercero. Pero le rogaría diera los nombres de los centros que aplicaban el sitema trilingüe correctamente. ¿Seria posible?
    Se lo agradeceríamos enormente los padres que estamos frustados de buscar colegios en los que, al menos en alguno de los ciclos educativos, impartieran clases en las tres lenguas de manera equilibrada.
    Muchas gracias de antemano.

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